2 de agosto de 2014

Panes, peces y algo más


El relato de la multiplicación de los panes y los peces que en este domingo nos ofrece la liturgia, nos recuerda que por desgracia nuestro mundo está mal repartido y que hay unos pocos que tienen muchos panes y muchos peces y hay muchos que casi no tienen panes ni peces para saciar el hambre. Jesús multiplicó los 5 panes y los 2 peces e hizo que todas aquellas personas pudieran comer.
Pero Jesús no multiplicó solamente los panes y los peces, más bien lo que multiplicó fueron los deseos y voluntades de compartir de aquellas personas que le seguían.
Y hoy en día todos tenemos claro que el mundo está mal repartido, que hay muchas personas que pasan hambre, que continuamente nos encontramos con injusticias, pero nos falta voluntad para compartir y auténticos deseos de cambiar todo eso. ¿Por qué? Porque la mayoría de nosotros estamos bien instalados, bien acomodados, y gracias a Dios tenemos lo más básico para vivir.
La voluntad y el deseo de cambiar las cosas no es algo que se improvisa, sino algo que hay que formar y moldear poco a poco. Es verdad que no vamos a cambiar las estructuras sociales de la noche a la mañana, pero podemos ir moldeando las estructuras mentales de los más pequeños, educándolos y formándolos en una auténtica justicia, solidaridad y generosidad.
Quizá eso sirva para que algún día haya panes y peces para todos, y hasta sobre... como ocurrió en aquel descampado en el que Jesús dio de comer a tanta gente.

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