31 de mayo de 2014

Quiero ser obispo


Cuando comencé a estudiar Teología, el primer día de clase un seminarista me preguntó a qué aspiraba yo. Me quedé un tanto sorprendido con la pregunta y le respondí que yo lo que quería era ser mercedario. A continuación, yo también le quise preguntar a qué aspiraba él, y me dijo que él quería ser obispo. Después de su respuesta me quedé sin palabras, porque nunca había imaginado que alguien aspirara a ser obispo.
Aquel joven seminarista no sé qué intención tenía al pretender ser obispo. No me atreví a preguntárselo. Quizá quería llevar una mitra y un báculo para servir más al pueblo, o quizá quería ir de purpurado para mandar más. Por desgracia dentro y fuera de la Iglesia muchas personas buscan ascender y tener los mejores puestos, no para servir sino para mandar y estar por encima de los otros.
Cuando uno está en una empresa quiere subir de posición porque normalmente eso da mayor prestigio y repercute positivamente en el sueldo de cada mes. Muy pocas veces se busca un ascenso con la intención de servir más y mejor a la gente.
Sin embargo, una vez más Jesús nos da un ejemplo en este domingo en que celebramos la Ascensión, porque Él se va a los cielos no para alejarse de nosotros, sino para estar más cerca; no para tener mayor prestigio y dinero, sino para estar a nuestra disposición; no para mandar más, sino para servir más y mejor.
Él nos dice que no nos deja solos, que nos deja al Espíritu Santo. Y nos da la misión de seguir haciendo discípulos y bautizando a más personas.
Que si conseguimos un ascenso, sea para servir y promocionar a otros. Sólo así estaremos ascendiendo al estilo de Jesús.
Por cierto, aquel seminarista que quería ser obispo, hoy es un cura rural, que atiende 10 o 12 parroquias. Probablemente, atendiendo a estas parroquias, está viviendo mejor la auténtica Ascensión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario