29 de marzo de 2014

No hay mayor ciego que el que no quiere ver


Hay ciegos físicos y hay ciegos espirituales, personas que no pueden ver con los ojos de la cara y personas que no pueden (o no quieren) ver con los ojos del corazón.
Y eso es lo que descubrimos en el Evangelio de hoy, donde Jesús cura a un ciego de su ceguera física, pero intenta curar a los otros ciegos que tienen ceguera espiritual y no lo consigue. Están viendo a Jesús hacer milagros, decir palabras salvadoras, pero no se quieren convencer. Por eso no hay mayor ciego que el que no quiere ver.
De todos modos, la ceguera sigue muy presente en nuestra sociedad. No me refiero a la ceguera física, sino a la ceguera espiritual, a la ceguera social, a la ceguera de sentimientos…
¿Son ciegos o no los políticos que se ríen de sus ciudadanos, que cuando suben al poder solo piensan en sí mismos, que conforman al pueblo con un caramelito mientras ellos se comen el bizcocho entero?
¿Son ciegos o no los empresarios que se creen dueños del país, que explotan a sus empleados, que dan sueldos ridículos, que los ponen a trabajar más días y más horas de lo que un ser humano puede soportar?
¿Son ciegos o no los hombres que maltratan a sus esposas, que las humillan y les cargan toda la responsabilidades de la casa y de la familia?
¿Son ciegos o no los sacerdotes que no trabajan en comunidad, que no dialogan con sus feligreses, que se creen dueños y señores de “su Parroquia”?
¿Son ciegos o no los periodistas que manipulan la información según si interés político, social o económico?
De verdad, hermanos y hermanas, no hay mayor ciego que el que no quiere ver.

22 de marzo de 2014

Mucha agua y mucha sed

“Mucha agua y mucha sed”, así se titula uno de los últimos discos de Migueli, un cantautor español de música religiosa. Y hoy al leer el relato del encuentro de la Samaritana con Jesús me ha venido a la mente ese título de este músico. Un título que encierra mucho contenido y que es un análisis crítico de lo que hay a nuestro alrededor.
Hay mucha agua, hay mucho talento, hay muchas cualidades, hay muy buenas intenciones, muy buenas intuiciones, muy buenos deseos… En definitiva, hay mucha, pero que mucha agua… pero la gente se muere de sed, por la falta de oportunidades, por la falta de fe en las personas, por el egoísmo predominante en muchas personas, por el abuso continuo e interesado de algunos.
¿Por qué habiendo tanta agua, se muere la gente de sed? ¿Por qué habiendo tantos recursos naturales se muere un niño de hambre o de sed en África cada 5 segundos? ¿Por qué habiendo tanta riqueza en nuestr país solo unos pocos pueden disfrutar y “vivir la vida”? ¿Por qué habiendo tantas riquezas naturales en nuestro país son los extranjeros turistas los que más disfrutan de ellas? ¿Por qué habiendo tanto oro, eso está en manos de empresas extranjeras que no dejan ningún beneficio en e país? ¿Por qué habiendo tanto arroz hay muchas familias que no pueden llenar el plato de sus hijos?

Hermanos y hermanas, hay demasiada agua, pero el egoísmo nos impide repartirla de forma equitativa. Si tienes un poco de agua compártela, porque quizá a tu lado alguien muere de sed.

15 de marzo de 2014

Auriculares

Hay inventos para la humanidad que nos ayudan y nos hacen progresar cuando les damos un buen uso, pero que en otras ocasiones también nos dañan y perjudican bastante.
Uno de ellos son los auriculares, que nos ayudan a escuchar la música sin molestar a los demás. Eso que en rincipio está bien, puede convertirse, por desgracia, en una fuente de aislamiento, de “desconexión” con la realidad.
¡Cuántos jóvenes andan en casa “desconectados” con el mundo, inmersos en lo suyo sin querer saber de nada ni de nadie!
Los auriculares que nos sirven para no molestar a nadie, a veces se convierten en un artilugio para que nadie me moleste a mí, en donde nos aislamos del mundo que nos rodea.
Hoy Dios nos dice: “Éste es mi Hijo el amado, escúchenlo”. Pero, por desgracia hay jóvenes que anda con auriculares, “desconectada”, en su propio mundo y no pueden oír ni a Dios.
Los adultos quizá utilizamos menos los auriculares, pero tenemos otros auriculares que nos impiden escuchar a Dios: el celular de última generación, la computadora, la televisión, la radio, los ruidos de la calle, la fiesta descontrolada, la pereza, el consumo…
Hay muchas formas de taparse los oídos y dejar de escuchar a Dios.

Hermano, hermana, si andas con los oídos tapados, y no escuchas nada, es momento de que te “conectes” con Dios, con el mundo y con la realidad.

8 de marzo de 2014

La araña de la Capilla

El miércoles de Ceniza en la mañana, mientras rezaba en la Capilla de mi casa, vi una araña que se paseaba por la pared. Me imagino que la araña no estaba allí precisamente para rezar. Supongo que más bien andaría por allí buscando algún mosquito despistado para poder desayunar.
En ese momento de reflexión y oración pensé que quizá la Cuaresma podría ser parecida a lo que viven las arañas, que más allá de su aspecto repugnante, pueden darnos una lección para vivir este tiempo de preparación para la Semana Santa.
Comparto con ustedes la oración que en ese momento hice:
Señor, quiero ser como una araña,
y tejer cada día con paciencia
una tela fuerte y resistente,
con hilosmuy finos pero seguros.
A mi tela de araña quiero que se acerquen muchas personas,
no para hacerles daño, no para comérmelas,
sino para protegerlas de los peligros de la vida.
En mi tela de araña quiero que estén
las personas más indefensas y marginadas por nuestra sociedad:
los enfermos, los tristes, los depresivos,
los huérfanos, los pobres, las prostitutas,
los internos de la cárcel, los que no tienen techo…
Señor, quiero ser una araña que no inyecte veneno en sus presas
-bastante veneno hay ya en el mundo-,

una araña que inyecte amor y paz a todos los que caigan en mis redes. 

2 de marzo de 2014

Para vivir tranquilos


No anden agobiados ni preocupados, dice Jesús en el evangelio de este domingo. Y mientras nosotros vamos de acá para allá, con prisa, nerviosos, angustiados, con prisa y tan afanados que nos olvidamos de vivir la vida.
Los quehaceres cotidianos, el trabajo, la familia, los hijos, los gastos diarios… muchas veces nos hacen vivir estresados y no nos permiten disfrutar de las cosas buenas que tiene la vida. Por eso, les propongo realizar algunas cosas que nos ayuden a vivir con menos estrés y más al “estilo de Jesús”:
Vete un día a pasarlo con tu familia: a un parque, a un centro comercial, a la zona colonial, a la playa…
Visita a los familiares del campo: los primos, los abuelos, los tíos… y comparte con tus seres queridos el tiempo que muchas veces no puedes darles en la semana.
Sal a pasear solito… Camina y camina, sin prisa, sin rumbo, donde los pies te lleven, donde te apetezca.
Lee un libro que te ayude a desconectar del ruido y preocupaciones del mundo. 
- Escucha música suave, que te relaje.
- Túmbate en el jardín de tu casa, de noche, y contempla las estrellas, la luna y la paz que ellas te transmiten.

Como ves, puedes hacer muchas cosas que te pueden ayudar a no vivir agobiado y preocupado. Sólo es cuestión de buscar tiempo.