22 de febrero de 2014

La perfección


En la vida todos aspiramos a muchas cosas, nos proponemos muchas metas, muchos proyectos, y cuando no los conseguimos nos sentimos frustrados, desanimados y tristes.
Algunos aspiran a tener un buen carro; otros a vivir en una casa muy lujosa; los hay que su sueño es tener mucha comida; otros desean tener mucho mucho dinero para poder vivir bien; También algunos aspiran a estudiar una buena carrera universitaria que les dé prestigio y puedan tener un trabajo que les reporte muchos beneficios económicos...
Las aspiraciones, los deseos y los sueños de la gente son múltiples y variados, pero casi siempre, por desgracias, son aspiracines que tienen que ver con lo terrenal, con lo mundano, con el lujo, el dinero y el confort, con el prestigio o con la fama, con la comodidad…
Sin embargo, en el Evangelio de hoy Jesús nos invita a la perfección. Quiere que seamos perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto.
¿Y en qué consiste esa perfección? –En poner por encima de todo en nuestra vida el AMOR.
Todas las aspiraciones y sueños que enumeraba más arriba nos llevan a pensar solo en nosotros, a convertirnos en personas egocéntricas. Pero la propuesta de Jesús va encaminada al altruísmo, a la donació por los demás y la entrega por los otros.
Si queremos ser auténticos y vivir al estilo de Jesús de Nazaret, solo podemos hacerlo desde el amor a Dios y al prójimo.

15 de febrero de 2014

Novedades, ofertas y descuentos

Hoy en día las empresas compiten y luchan por ofrecer cosas nuevas en el mercado. Estamos cansados de leer en muchos comercios: “Novedades”. Si se trata de ropa, nos ofrecen un nuevo modelo, vestido, pantalón o camisa que va a la moda… Si se trata de celulares, la novedad está en aquel teléfono que no solo te permite llaamr sino que se conecta a internet, que tiene pantalla táctil y es más rápido… Si se trata de un carro te ofrecen aquellos que consumen menos, que son más rápidos y más baratos… Si se trata de una lavadora te venden la que no solo te lava, sino que te seca la ropa, te la plancha y te la deja colocada en el armario… Ofertas, novedades, descuentos… eso es lo que triunfa hoy.
Pero una vez más Jesús nos viene a remover la conciencia y hacernos ver que el mensaje que Él nos trae no es absolutamente nuevo, porque ya se había dicho en el Antiguo Testamento. Lo que Él viene es a dar plenitud a ese mismo mensaje.
Los judíos ya había leído en la Ley que tenían que amar a Dios y al hermano, pero se habían olvidado. Los judíos había oído hablar de perdón, pero no lo ponían en práctica. Los judíos sabían que iba a venir un Mesías Salvador, pero lo tenían delante de sus narices y no lo reconocían.
Así eran los judíos… y así somos nosotros: olvidadizos y despistados. Desde pequeños nos hablan del amor de Dios y a las personas, pero no lo cumplimos, nos enseñan a perdonar, pero no lo ponemos en práctica, nos presentan a Jesús como nuestro Mesías y Salvador, y andamos por ahí con otros ídolos que nos traen “supuestas novedades y ofertas” que en el fondo no nos dan felicidad.

Hermano y hermana, déjate impresionar por la NOVEDAD del EVANGELIO.

8 de febrero de 2014

No existe la luz eléctrica para esconderla


“No se enciende una luz para esconderla”- eso nos dice Jesús en el evangelio de este domingo.
Vivimos en un barrio donde no siempre tenemos las horas de luz que quisiéramos ni las que por justicia nos merecemos. Es cierto que hay mucha gente que no paga, que no cumple con sus obligaciones y roba la luz. Pero también es cierto que los que son responsables y buenos ciudadanos no pueden disfrutar de un servicio de luz digno.
En el fondo las autoridades y empresas encargadas de abastecernos de luz están haciendo lo contrario que dice el evangelio, porque están escondiendo una luz que todos tenemos derecho a disfrutar siempre que la paguemos.
Desde nuestra comunidad algunas personas se están movilizando para conseguir que disfrutemos de más horas de luz, y ojalá las famosas “24 horas”. Creo que todos debemos apoyarlos y colaborar. ¿Cómo? Muy sencillo:
-       Aquellos que roban la luz que dejen de abusar y quitar algo que no se merecen, porque no están pagando. En los mandamientos que aprendimos de pequeños se nos dice: “No robarás”.
-       Aquellos que tienen la responsabilidad de suministrar la luz que dejen de cometer injusticias y realmente a las personas que pagan les ofrezcan un servicio de luz digno las 24 horas.
-       Aquellos que se están movilizando y buscando esta mejora del servicio de la luz a favor de todos, que sigan esforzándose y procurando el bien común.
-       Todos los demás sigamos creyendo y confiando en que cuando nos unimos y luchamos de forma pacífica por una buena causa, se puede conseguir.

Recuerden, “no se enciende una luz para esconderla”, y yo añado: “no existe la luz eléctrica para esconderla”.

1 de febrero de 2014

¿Qué tú le ofreces a Dios?


Un par de tórtolas o dos pichones era lo que se ofrecía en tiempos de Jesús cuando las familias presentaban a sus hijos primogénitos en el Templo. Era una forma de expresar al Señor el agradecimiento por el nacimiento de un hijo.
José y María cumplieron con la norma y llevaron a Jesús al Templo a presentárselo al Señor.
Después de aquel gesto en el Templo el niño fue creciendo y José y María estaban a su lado sosteniendo y fortaleciendo la vida de Jesús. La ofrenda del par de tórtolas o de los dos pichones se convirtió en una ofrenda permanente, en un sacrificio continuo por parte de los padres de Jesús, que entendieron que su Hijo estaba llamado a liberar al pueblo de Israel. La ofrenda y la entrega de Jesús fue durante toda su vida y culminó en la cruz, donde se ofreció y entregó por toda la humanidad. Un gesto que supera toda entrega y toda ofrenda.
Nosotros también estamos acostumbrados a presentar a los bebés recién nacidos en la Iglesia, y los presentamos con aplausos, alabanzas y bendiciones. Les damos la bienvenida y los mostramos al resto de la comunidad. El problema está en que en su gran mayoría esa presentación se convierte en un “teatro”, porque muchos de esos padres no creen en Dios, no participan en la vida de la Iglesia y realmente no educan a sus hijos en la fe cristiana. Si fuéramos consecuentes con ese gesto no solo presentaríamos la vida de nuestros hijos sino la nuestra también, porque si nosotros nos damos al Señor nuestros hijos imitarán nuestro ejemplo.
Si vas a presentar a tu hijo o a tu hija al Señor, dale el verdadero sentido, déjate de “teatros” y ofrécele también tu vida a Dios.