11 de febrero de 2013

Sacerdote, sinónimo de dinero



Algunas veces uno vive experiencias surrealistas. Les cuento.
Hoy iba andando por una de las calles de la parroquia y de repente un señor que estaba en la cera contraria por la que yo transitaba, me llama y con su mano me indica que me acerque. Un tanto desconcertado y sorprendido, porque no le conocía de nada, me acerco a él y a las dos muchachas que estaban junto a él.
Entonces comienza el diálogo:

     Él: Es usted el padre, ¿verdad?".
     Yo: Sí
     Él: Pues deme 1.000 pesos.
     Yo: Aquí no los tengo, vete a la parroquia y en Caritas presentas tu problema y te ayudan.
     Él: Ven -dice él con aire burlón, dirigiéndose a las muchachas que le acompañaban-, por eso yo nunca voy a la Iglesia, porque los curas nunca dan nada.
     Yo: Hermanito -le digo con el mismo aire de burla con el que él se dirigió a mí-, si para lo único que te interesa la Iglesia es para pedirle cosas, mejor no vengas. Podemos vivir sin ti.

Me despedí de ellos, y me marché.
Esa simple anécdota me hizo pensar por qué aquel señor al ver un sacerdote sólo piensa en dinero. Tal vez sea porque ven en nosotros alguien que puede ayudarles, que les da dinero de forma fácil y sin esfuerzos. Quizá ocurra porque el cura le interesa a la gente en la medida en que le ayuda y le da lo que le pide. O quizá también nosotros tenemos algo de culpa, porque muchas veces la Iglesia aparece más cerca de los ricos, del dinero y del poder.
Yo he ayudado directa o indirectamente a muchas personas que tenían verdadera necesidad, por eso la forma burlona que tuvo aquel señor de dirigirse a mí pidiéndome dinero, me enojó un tanto.
Pienso que en la Iglesia estamos para ayudar a los realmente necesitados, y no a los aprovechados e interesados que viven del cuento y no mueven ni un dedo para buscarse sus propios recursos. Y también pienso que en la Iglesia deberíamos estar a nivel general y a nivel particular más lejos de los ricos, y más cerca de los pobres.

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