21 de diciembre de 2012

Hay que gritar



El encuentro entre María e Isabel fue un encuentro especial. Ambas que eran primas muestran con gran entusiasmo la alegría que sienten al encontrarse.
Pero lo que me llama la atención es que Isabel, al ver a María, comienza a gritar: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”
Hubiese sido interesante ver a aquellas dos mujeres llenas de gozo, exultantes de alegría, diciéndose cosas lindas y bonitas a voz en grito. Las dos estaban llenas del Espíritu Santo y eso les llevaba a comportarse con ese entusiasmo.
¡Cuántas cosas nos llenan a nosotros de alegría a diario! Pero no siempre lo manifestamos, tenemos miedo a decirlo, o si lo decimos lo hacemos en voz baja, para que nadie se entere.
Hoy Isabel y María nos enseñan a estar alegres y contentos y eso manifestárselo a los demás.
La vergüenza apaga muchas veces nuestros sentimientos y nos hace ocultar lo que queremos decir.
Ahora que llegamos a la Navidad digamos a voz en grito que creemos en Dios, que Él es quien nos da la vida y quien sacia nuestra sed.
Si gritamos, nuestra voz llegará a más lugares y más personas conocerán a Dios.
Ya sabes, hermano, hermana, hay que gritar…

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