2 de mayo de 2012

Políticos: Pastores asalariados

     El domingo pasado escuchábamos en el evangelio que Jesús nos decía que Él era el Buen Pastor, que daba la vida por sus ovejas. El Pastor bueno no tiene nada que ver con los asalariados, con aquellos que cobran por lo que hacen pero no les interesa para nada la vida de las ovejas.
     Cuando leía ese evangelio en la Misa, había un ruido, una música, una bulla, unas voces por la calle de nuestra parroquia que casi la gente no podía oírme. Adiviné por lo que se escuchaba más allá de los muros de nuestra parroquia que se trataba de una marcha en favor de uno de los políticos candidatos a la Presidencia de este país. Dije para mis adentros: ¡Dios mío, y no tendrán otra hora y otro lugar para molestar!
     Pude continuar la Eucaristía aunque para que la gente me escuchara tuve que alzar el tono de voz. Eso fue provocando en mí un dolorcito de cabeza de lo más desagradable.
     Después de leer el evangelio, me puse a predicar, como es normal, y cuando empecé a comentar la imagen que utiliza Jesús sobre la diferencia entre un Buen Pastor y un pastor asalariado se me vino a la cabeza que tal vez aquellos que estaban gritando y siguiendo con los ojos cerrados a aquel líder político en el fondo estaban siguiendo a un pastor asalariado.
     Lo dije en aquel momento a la gente y quiero compartirlo también con ustedes, mangantes. Los políticos que aspiran a gobernar este país (igual que ocurre en otros muchos lugares del mundo) son pastores asalariados, que sólo piensan en el dinero. No conocen a sus ovejas, no les interesan los problemas de la gente, no se preocupan de que el pueblo pase hambre, no se molestan en ofrecer dignos hospitales y una sanidad que garantice una salud mínima, se burlan del pueblo ignorante que no recibe una educación de calidad.
     Lo triste es que esos pastores asalariados serán los que gobiernen los destinos de este país. Ellos vienen como salvadores, como redentores, como auténticos guías que van a sacar de la gente de su miseria, pero en el fondo ni siquiera son pastores. Son más bien lobos disfrazados, lobos dispuestos a abrir sus fauces y aniquilar al pueblo; sí, sí, matar de hambre, de ignorancia, de leyes injustas al mismo pueblo que los han llevado hasta la cúspide.
     Para los políticos de este país (pastores asalariados o lobos, según se vea) cada persona es un voto. Para Dios, el Buen pastor, cada persona es una persona. Esa es la diferencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario