9 de marzo de 2012

El templo de bloques y cemento y el templo de carne y hueso

     
     “Jesús se refería al templo del cuerpo”. Estas palabras las escuchamos en el evangelio de este domingo donde Jesús intenta hacer ver a los judíos que es importante cuidar y respetar el templo edificado con bloques y cemento, pero es mucho más importante construir y salvaguardar el templo interior de cada uno.
     Probablemente los judíos que escuchaban a Jesús no comprendían el lenguaje que Él utilizaba porque nadie se había referido a las personas como lugares sagrados, lugares donde se hace presente Dios. Él viene con una mentalidad nueva. Hasta entonces todos creían que Dios estaba en el tabernáculo, en el lugar sagrado y reservado del Templo, pero Jesús les quiere indicar que dentro de sí también está Dios.
     ¿Y qué consecuencias tiene eso en nuestras vidas? –Se me ocurren varias:
  • Que debemos respetar mucho más a los otros, porque si dentro de mí está Dios, dentro de los demás también está.
  • Que debemos cuidar nuestro cuerpo, tener una vida sana y saludable.
  • Que no podemos maltratar física ni psicológicamente a nadie.
  • Que no podemos enseñar a nuestros hijos a base de golpes.
  • Que no podemos jugarnos la vida ni jugar con la vida de los otros cuando vamos manejando un carro.
  • Que debemos ir al médico y cuidarnos cuando estamos enfermos, así como cuidar a aquellos que están a nuestro lado.
     Hermano y hermana, ¿se fijaron cuántos templos de Dios hay por las calles paseando o montados en las guaguas, en la tienda de la esquina de casa, en el Banco, en el Centro Comercial, en la consulta del médico, en el parque, en el trabajo, en la comunidad de fe a la que pertenezco, en mi familia, en la escuela…? –En todas esas personas está Dios, no lo dude.

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