26 de junio de 2011

Agua para todos

(A propósito del Evangelio de este domingo)


     “El que dé de beber a uno de esos pobrecillos…” –dice el Señor hoy en el Evangelio. Y se me ocurre que esto puede tener dos consecuencias claras:

     - Estamos pasando probablemente las semanas más calurosas del año. A cada momento vamos a coger un vaso de agua para refrescarnos y saciar nuestra sed, porque el calor agota, cansa y hasta casi nos deja sin ideas… Todos necesitamos beber, calmar nuestra sed, porque sin agua no podemos vivir. Pero, por desgracia, no siempre utilizamos bien el agua, a veces la tiramos, la despilfarramos y no la valoramos. Dejamos que el grifo corra, que el cubo se vierta al suelo, lavamos el carro con más agua de la que necesitamos, y no nos damos cuenta que hay otras personas que no tienen ese bien tan necesario para vivir.
     - Además, tenemos que ser conscientes de que cuando Jesús habla del agua en el fondo nos está diciendo que tenemos que poner nuestra mirada en los más indefensos, en los más necesitados, en los más desprotegidos, porque si hacemos eso, estaremos construyendo el Reino de Dios y estaremos siendo verdaderos discípulos de Jesús. Seguir a Jesús no consiste solamente en escuchar su Palabra, en rezar mucho y en ir a la Iglesia; seguir a Jesús es también, y sobre todo, poner en práctica lo que Él nos indica en sus Escrituras y aplicar todo aquello que Él nos dice.

     Valoremos más un bien tan preciado como el agua y ayudemos a los más necesitados.

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