17 de marzo de 2011

El mejor ejercicio de Cuaresma: Subir y bajar

Escaleras de la vida
     Jesús en el Evangelio de este domingo sube a la montaña con tres de sus discípulos para ponerse en oración y buscar a Dios. Pero, al final les recuerda que hay que bajar y volver a la realidad. Hay una frase popular que dice que “todo lo que sube baja”, y hoy Jesús lo aplica perfectamente.
     Ése es el ejercicio que el Maestro pide a sus apóstoles: “subir y bajar”, ponerse en oración y luego volver a la vida.
     Nosotros, como el apóstol Pedro, tenemos también la tentación de quedarnos arriba, porque en lo alto de la montaña, junto a Dios, se está mejor, más cómodo, más feliz, y nos olvidamos que a Dios se le descubre también en los hermanos.
     Ahora que todo el mundo busca fórmulas para adelgazar, para ponerse en forma, para estar saludable; ahora que todo el mundo anda preocupado por el colesterol y los triglicéridos; ahora que mucha gente se apunta al Gimnasio, o se pone a andar, o hacer bicicleta, encontramos en Jesús un nuevo deporte: “subir y bajar”. Subir para buscar a Dios, para ponerse en oración, para elevar el espíritu, para levitar…, y bajar para encontrarse con los pobres, con los tristes, con los deprimidos, con los enfermos, con los niños explotados, con las mujeres maltratadas, con los que pasan hambre y sed…
     A veces sólo subimos, nos quedamos en las nubes, en el aire, y no aterrizamos, no tocamos suelo. Estamos tan ensimismados pensando en Dios que nos olvidamos de bajar y tocar al hermano.
     Otras veces estamos tan preocupados por las cosas del mundo, tan metidos en los problemas diarios, que nos olvidamos de contemplar a Dios, de hablar con Él.
     ¡Qué importante es la salud y el equilibrio físico! ¡Qué importante, también, la salud y el equilibrio espiritual!

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