3 de noviembre de 2010

¿Y si te sale delincuente?

     Hace unos años, una persona me contó que en una conversación mantenida con algunos amigos y amigas proyectaban el futuro de sus hijos. Uno decía: "a mí me gustaría que mi hijo fuera abogado, para que nos defienda a toda la familia..."; otra apuntaba: "pues a mí me encantaría tener una hija enfermera, ya que yo lo quise ser, pero no tuve oportunidades..."; otro relataba: "un hijo arquitecto nos vendría muy bien para continuar con el negocio familiar..."; y un último dijo: " a mí me da igual lo que sea, pero que de ninguna manera se haga sacerdote, porque me daría el disgusto más grande del mundo". Alguien le contestó: "peor sería que te saliera delincuente".
     Cuento esto, porque en esta semana en todas las diócesis de República Dominicana se celebra La Semana Vocacional, en la que se pide por el aumento y perseverancia de las vocaciones sacerdotales y religiosas.
     En los tiempos que corren por España, hacerse sacerdote, religioso o religiosa es poco menos que un crimen y un desprestigio para la familia, una vergüenza y una ofensa para los padres. Yo no voy a desearle a ninguna familia que le salga un hijo delincuente (eso normalmente viene sin programarlo), pero sí voy a pedir a los padres dos cosas:
    - no tengan vergüenza ni miedo a hablar de Dios a sus hijos,
    - y si alguno de ellos quiere hacerse sacerdote, religioso o religiosa no le quite la idea, porque quizá está impidiendo que su hijo o su hija sea feliz.
    No considero que el ser sacerdote, religioso o religiosa sea mejor que otras vocaciones o profesiones, pero lo que está claro es que así se puede ser también feliz; de hecho, somos muchos los que somos felices así.
    Os invito, Mangantes, a orar por las vocaciones. Para que sean algunos, varios, los que se animen a seguir las huellas de Jesús en la vida sacerdotal o religiosa; y para que los que ya estamos embarcados en ese viaje seamos coherentes y consecuentes con la ruta que hemos elegido.

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