30 de septiembre de 2010

Un Mango para mis vecinos artistas

Desde un tiempo a esta parte hay algo que me sorprende y llama la atención: cuando alguien escucha música le gusta que la oigan los demás. Uno va en el carro y baja las ventanillas para mostrar al resto de conductores que tiene unos altavoces buenísimos; otro va por la calle con los auriculares y los pone a todo volumen para que los demás puedan percibir que tiene buen gusto musical; otro cualquiera se pone a lavar el carro en la calle y abre las puertas de su vehículo para que el temblor de la música le ayude a limpiar con más energía, con más alegría (no sé si con más eficacia). Éste es mi caso. Pero yo vivo esta situación desde el otro lado de la calle, ya que mis queridos vecinos todo el sábado (mañana y tarde) sacan brillo a su carro y anuncian con su música a medio barrio que lo están limpiando. Yo, que nunca he despreciado ningún estilo de música, porque creo que de todos se puede sacar algo y te pueden ayudar a disfrutar, estoy últimamente poniendo en duda mi cariño por el regaetton, el merengue y la bachata. Y la culpa no la tienen los artistas intérpretes de esos géneros, sino los artistas vecinos míos. Es muy gracioso ver cómo los miembros de mi comunidad, algunos sábados, nos hablamos a gritos; no porque estemos discutiendo, ni porque estemos sordos (que a este ritmo igual algún día lo estaremos), sino porque el nivel sonoro que penetra desde el exterior no nos deja comunicarnos con los decibelios normales de cualquier conversación.
Querido vecinos artistas, ya que veo que disfrutan limpiado carros durante toda la jornada del sábado, me atrevo a hacerles una sugerencia: podrían lavar los dos carros de mi comunidad; de ese modo, aunque tenemos que aguantar un nivel excesivo de ruido, todos salimos beneficiados: nosotros tenemos los carros limpios y ustedes disfrutan de la música. Sólo un apunte último: si esto ocurre, la música la pongo yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario