10 de febrero de 2010

Un Mango para el Chinín

Hola, Rvdo. Padre Provincial de la Orden de la Merced de Castilla, aunque preferirás que te llamen José Ignacio o Chino, como siempre. ¿Qué tal van las cosas por los madriles? ¿ya te haces al cargo o el cargo se hace contigo? -Espero que estés bien.
Quería enviarte un mango, porque hace poco hemos estado la comunidad en Jarabacoa, un pueblo del interior de República Dominicana, visitando un monasterio de monjes cistercienses, y eso me ha traído muchos recuerdos de la primera vez que estuve en un monasterio de este tipo, allá en la Trapa, en San Isidro de Dueñas en Palencia. Tenía yo entonces 17 años, cursaba COU, y con otros 4 compañeros postulantes, y contigo estuvimos allí un fin de semana, compartiendo con los monjes oración, vida y silencio. No me olvido, por supuesto, del chocolate, de Tony L y sus muchachos.
El entorno de Jarabacoa era alucinante: río de agua cristalina, cascadas y bajadas de agua, vegetación abundante, montañas que tocaban el cielo... Y todo eso me produjo cierta envidia y pensé: "¡qué suerte tienen estos monjes!". Estuve tentado en hacer tres tiendas como los discípulos cuando subieron con Jesús al monte en la Transfiguración, pero recordé que abajo había también muchas cosas que hacer.
Prometemos llevarte cuando vengas la próxima vez por aquí, para que descubras con tus propios ojos lo que te estoy contando.
Jarabacoa (agua que cae del cielo, que es lo que significa en el idioma taíno) te está esperando para que de nuevo vivas un fin de semana con aquellos mismos 5 postulantes que estuvieron en la Trapa. Será difícil, pero no imposible.
Bueno, Chinín, que sepas que los mosquitos ya me respetan y huyen de mi presencia, o yo de la suya, más bien.
Un abrazo. Siguen esperándote las ballenas en Samaná.
Fdo.: un frailecillo dominicano

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