29 de octubre de 2009

Un mango para mi primo Vicente

Querido Vicente:
He decidido ponerme en contacto contigo porque hay algo por aquí que me tiene algo descolocado y, lo reconozco, algo irritado. Y es que sólo tenemos corriente eléctrica algunas horas al día. Unas veces 8 horas, otras veces cuatro horas, otras dos, y yo creo que hay días en que no hay nada de nada.
Y te digo que me tiene descolocado, porque tengo que reestructurar algunas facetas de mi vida, y no puedo poner la lavadora cuando quiero, ni puedo calentar la comida en el microondas cuando quiero, ni te encuentras la bebida todo lo fría que quisieras... Aún así, nosotros somos afortunados, porque en nuestra casa tenemos un inversor, un productor de energía, que nos suministra luz cuando ésta se va, y al menos, puedo ver cuando voy por los pasillos, puedo utilizar el ordenador, ver la tele, escuchar la radio... Hay otra gente, aquí, cerca de nosotros, que no tiene ni siquiera eso; y pasas por las calles, de noche, y ves velas encendidas en las casas...
Pero, al mismo tiempo, también estoy irritado, enfadado, cabreado, porque me invaden varias preguntas: ¿a qué se dedican los políticos en este país? ¿en qué emplean el dinero de los impuestos? ¿acaso la electricidad sólo es para algunos? Me parece increíble que en pleno siglo XXI haya gente que no tenga estos recursos mínimos.
Te cuento estas cosas, porque como tú eres electricista, veas la forma de guardar algo de energía eléctrica para esta gente, meterla en cajitas y enviárnosla por SEUR. Y cada vez que instales la corriente en alguna casa de España te acuerdes que aquí, aunque tenemos cable, aunque tenemos aparatos eléctricos, aunque tenemos postes de la luz, no tenemos políticos a los que se les encienda la bombilla y solucionen el problema, ¿o es que quizá no es su problema?
Un abrazo y ahorra energía, que por aquí está cara.

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